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[Reseña] El Problema de los 3 Cuerpos: Otra prueba de que nada es inadaptable

En las manos de David Benioff y D. B. Weiss, creadores de Game of Thrones, y Alexander Woo, reconocido por su trabajo en True Blood, la serie cimenta un sólido y ambicioso comienzo que deja pidiendo más.

No es la primera vez que la Trilogía de los Tres Cuerpos del autor chino Cixin Liu es adaptada al formato televisivo, contando con una celebrada serie en China, Three-Body, que logró capturar con bastante fidelidad este premiado relato de ficción científica, matemática y espacial.

La tarea no es fácil considerando la gran escala de la historia que engloba a este fenómeno literario, siendo una labor aún más ambiciosa cuando se debe internacionalizar el relato para llegar a todos los espectadores del mundo.

Es ahí donde entran David Benioff y D. B. Weiss, creadores de Game of Thrones, y Alexander Woo, reconocido por su trabajo en True Blood y The Terror, quienes resultan ser la elección acertada para trasladar los complejos temas tratados en la trilogía literaria a un resultado muchísimo más accesible, entregando una inmediata nueva obsesión televisiva en la era del streaming.

Con un complejo misterio que atraviesa continentes y líneas temporales, la nueva serie El Problema de los 3 Cuerpos (3 Body Problem), estrenada este jueves en Netflix, entiende muy bien que es una adaptación, revolviendo personajes y tramas de los tres libros de la trilogía, El Problema de los Tres Cuerpos, El Bosque Oscuro y El Fin de la Muerte-todos disponibles en español gracias a Penguin Random House-, para crear su propia narración con un elenco y una mirada internacional, sin comprometer la historia central ni eludir muchos de los temas más sensibles.

Todo comienza en plena Revolución Cultural en China, al igual que el primer libro, donde una joven científica, Ye Wenjie (Zine Tseng), es testigo del crudo castigo que reciben las mentes brillantes en pleno frenesí anti intelectual. Aquel suceso será el catalizador de una fatídica decisión, una que tendrá repercusiones a través del tiempo y el espacio hasta el presente.

En la actualidad, donde transcurre mayor parte de los ocho episodios de la primera temporada, un detective, Clarence Shi (Benedict Wong), fumador empedernido y malhumorado ser nacido en Manchester -aunque de buen corazón-, investiga los aparentes suicidios de importantes científicos en todo el mundo; al mismo tiempo que cinco mentes brillantes, los "cinco de Oxford", se reúnen tras la muerte de su mentora.

Los eventos, aparentemente desconectados entre sí, terminarán manifestándose en la mayor amenaza que haya enfrentado la humanidad.

Siendo una adaptación bastante fiel a la trilogía de Liu, toma suficiente distancia de la obra original para traspasar todo al lenguaje televisivoEs un laberinto de misterios que obliga al espectador a dar play de inmediato al siguiente capítulo, siendo perfecto material de maratón. No se sorprendan de lo rápido que llegarán al final de la temporada.

Aportando las respuestas precisas y entregando las preguntas necesarias, deja a la audiencia pidiendo más. Benioff, Weiss y Woo construyen unos sólidos cimientos entendiendo que esto es tan solo el inicio, dejando las bases para crecer aún más este desafiante proyecto.

La apuesta es ambiciosa, pero, al mismo tiempo, aterrizar la historia para hacerla accesible a la audiencia lleva a que sea menos existencial y mucho más humana, donde lo importante está en las interacciones entre los personajes, la necesidad de trabajar en equipo, en medio de temas complejos como la física, la nanotecnología, las matemáticas, la astrofísica teórica y las realidades espaciotemporales. Algunos personajes brillan mejor que otros, especialmente Jin Cheng (Jess Hong) y Will (Alex Sharp), quienes entregan una combinación de humor, naturalidad y calidez que los hace entrañables, y Ye en sus dos encarnaciones, Zine Tseng en el pasado y Rosalind Chao en la actualidad, quien es central para comprender y contextualizar el presente.

Sí, los complejos temas científicos siguen ahí, pero menos profundos que en las novelas. En contraste, donde Liu escribió imágenes de asombroso imaginario, acá logran ser representadas a enorme escala y de manera fascinante.

Desde una mirada al cielo con estrellas que parpadean al unísono a una computadora humana en un mundo al interior de un "juego", muchas son las secuencias que dejarán un enorme impacto en el espectador. Aunque es el quinto episodio con dos potentes momentos el que justifica todo este viaje, desde un "asesino" invisible a un ojo en el cielo.

Ello es otra prueba más de que nada es inadaptable si está en las manos correctas. El reto era enorme, pero Benioff y Weiss dejan de manifiesto que las primeras temporadas de Game of Thrones no fueron una anécdota.

Bienvenida la incorporación de Woo al equipo, logrando representar en imágenes lo que se creía imposible, incluso si estamos hablando de una producción para la pantalla chica. El presupuesto resiente a momentos con ciertos efectos digitales e iluminación, pero eso no evita que se logre el objetivo de dar una sensación de gran escala a una historia que la requería.

Con sus pros y contras, El Problema de los 3 Cuerpos tiene los suficientes argumentos para transformarse en la nueva obsesión televisiva.

El potencial está ahí para llevar la serie a nuevos y gigantescos horizontes están ahí, con un final que deja pidiendo más al espectador. Esperemos que todo se resuelva y no quede en un problema abandonado, ya que los cimientos son los suficientemente sólidos para dar el vamos a múltiples temporadas a mayor escala y por mucho tiempo.

Los ocho capítulos de la primera temporada de El Problema de los 3 Cuerpos se estrenaron este jueves 21 de marzo en Netflix.