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[Reseña] Devil May Cry: Una adaptación que abraza el espíritu de toda una época

JACKPOT!

Da gusto encontrarse con una adaptación de un videojuego que abraza el espíritu de la época en la que debutó en las consolas, llevándonos de vuelta a esos años en los que agarrábamos el mando y nos lanzábamos a descubrir el hack and slash que nos entregó Devil May Cry de la mano de su carismático protagonista, Dante.

Si fueron de los que crecieron junto a esta saga de Capcom que debutó en un lejano 2001 en la PlayStation 2, disfrutarán enormemente de la reinterpretación de la historia del mercenario cazademonios que acaba de estrenarse en Netflix de la mano de Adi Shankar (Castlevania), Alex Larsen (Captain Laserhawk: A Blood Dragon Remix) y el estudio de animación surcoreano Studio Mir (The Legend of Korra, X-Men '97).

La serie animada tiene muy clara cuál es su audiencia con un verdadero viaje a los 2000, especialmente en lo que respecta a sus elecciones musicales, como si estuviéramos viendo esos AMV que repletaban las plataformas de video hace más de 20 años. Desde el opening al ritmo de "Rollin' (Air Raid Vehicle)" de Limp Bizkit a la inclusión de Papa Roach con "Last Resort" en una explosiva persecución en moto, queda claro que Shankar, Larsen y todo el equipo entiende muy bien la tarea, especialmente para ir de la mano con la carismática presencia de su protagonista.

No importa si no jugaron los videojuegos, ya que la serie reversiona la historia de los títulos de Capcom y funciona como un excelente punto de partida, aunque no sin falencias.

Siendo superior a su adaptación al anime de 2007, la cual fue producida por el estudio Madhouse (Hunter x Hunter), se nos presenta a Dante trabajando como mercenario dedicado a cazar demonios. De personalidad canchera y con actitud despreocupada, vive el día al día siendo el mejor en lo que hace. Este Dante es uno que desconoce sus verdaderos orígenes, pero ese pasado que no tardará en pegarle con fuerza cuando los caminos de la luz y la oscuridad pongan los ojos en su preciado amuleto familiar. El cazador de demonios de cabellos plateados no sabe que el destino de los reinos de hombres y demonios depende de él.

El relato sigue un camino bastante predecible a lo largo de sus ocho episodios protagonizados por Dante, interpretado por Johnny Yong Bosch, el mismísimo Adam de Power Rangers convertido en actor de voz a tiempo completo. Acompañamos a esta versión del antihéroe con gabardina roja a descubrir su verdadera naturaleza, sus poderes ocultos, al mismo tiempo que este desconocimiento de su origen es aprovechado por siniestras fuerzas para sus propios fines. Puede ser un implacable cazarrecompensas, capaz de manipular un gran arsenal y con habilidades prácticamente sobrenaturales, pero muchas veces peca de ingenuo y ese talante despreocupado suele traerle graves consecuencias. Es demasiado lo que oculta bajo tanto chiste, por lo que funciona mejor cuando deja de tratar de ser Deadpool.

Sin embargo, no es el personaje más interesante de la serie. Aquel título se lo llevan Mary y el Conejo Blanco. La primera, a quien quizás conozcan mejor como Lady, es una cazadora de demonios marcada por un traumático evento de su pasado familiar, llevándola por un camino de ciega destrucción de la mano de una efectiva interpretación de voz por Scout Taylor-Compton. El segundo, un personaje nacido del manga de Devil May Cry, toma inspiración en Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carroll de una forma más literal de la que muchos esperarían, siendo un agente del caos que no distingue bien del mal ni perdona a nadie, arrasando con todo lo que se ponga en su camino para cumplir su meta. Nos lleva a todos por la madriguera del conejo sin vuelta atrás, especialmente con el gigante trabajo de voz de Hoon Lee.

Ambos protagonizan el mejor episodio de toda la primera temporada, el sexto titulado "El Primer Círculo", uno que pilla tan desprevenido al espectador que realmente cuesta comprender que estemos ante la misma serie. Acá es cuando suena Evanescence con su nuevo tema "Afterlife", calzando de manera impecable.

Es que Devil May Cry va de menos a más. Aunque la acción va en línea con el espíritu hack and slash de la saga de videojuegos, desde el ritmo desatado a las sangrientas peleas con música ad hoc, entregando la oportunidad de rendir homenaje a tremendas películas como The Raid y Dredd, es el trabajo digital de los demonios el que se ve -a falta de una mejor palabra- feo y acartonado. La historia tampoco presenta mayores sorpresas y no cuesta anticipar la dirección que tomarán las cosas.

Ahí es donde su sexto episodio se vuelve un punto de inflexión. Es un capítulo que rompe el molde y hasta cambia la animación de la mano de Studio La Cachette (Primal, Unicorn: Warriors Eternal), entregando la mejor media hora que hayamos vistos en una serie animada en el último año.

El cambio de tono y dirección de la historia es gigantesco, llevando a que la segunda mitad de esta temporada sea el justificativo perfecto para la existencia de esta adaptación. Por si fuera poco, todo lleva a un desenlace realmente desenfrenado que pega palos a todo lo negativo de ese espíritu estadounidense de principios de los 2000. La canción que suena en el montaje final lo deja demasiado claro.

Tomando inspiración no solo de los videojuegos, también del manga homónimo e historias complementarias, la serie Devil May Cry resulta un viaje atractivamente imperfecto que abraza el alma de una época y la explora desde una mirada moderna, sin importarle a quién pueda molestarle.

Además, nos entrega el mejor episodio de una serie animada en lo que va del año y deja el escenario listo para una segunda temporada que promete ser aún más desenfrenada. Citando a Dante: JACKPOT!

La primera temporada completa de Devil May Cry ya se encuentra disponible en Netflix.